lunes, noviembre 21, 2005

A 13 días

Así tus manos
quitando la estupida dona de tela que retenía tú cabello.
Así tu nariz
cerro, tierra, sangre nuestra.
Así tu mirada
indecifrable hablar de mi memoria.
Así tu figura
niños saltando la cuerda, jugando el avión.

Las alturas, la duda, el miedo, el desencanto, la vida,
Un perro ladrando tras la reja
un largo escrito
el hombre de géminis (que salía en la tele y cuando apretaba su reloj quedaba nvisible)
: mi presencia.

Sólo queda, solo queda el sentimiento, la posibilidad, el sueño.
Mi s ojos poco a poco se extinguen
(al igual que mi presencia)

Ni siquiera tuve tiempo de sacar boleta de empeño

No quiero guerras, ni guerrillas, ni luchas.
El poder mata, corrompe, aunque lo consiga todo.

Así tu presencia.

Vuelan los pollos

Por un momento todo es obscuro. Puedes sentir claramente la vibración del pavimento. Conoces el olor, los sonidos de los carros; sabes cuáles pesan más, cuáles menos; cuáles van más rápido, cuáles más lento. No quieres abrir los ojos, aunque es cuestión de segundos tener que hacerlo. Por un instante, sólo por un instante, disfrutas, y te relajas. Después viene la rutina: sentir los pies, mover las manos. ¿Está todo en su lugar? ¿Nada esta roto? Los ojos se vuelven inevitables, abrir los malditos ojos. Como balde de agua fría llega la realidad. Ver el cielo, mirar el cielo para tomar un respiro, y, de un solo movimiento, intentar sentarse. Lo logras. Sabes que estás vivo, y que no tienes ninguna lesión grave. Quisieras sentirte relajado, sentir alivio, pero te sientes más impotente que nunca.

La bicicleta quedó a tres pasos tuyos. No parece tener daños graves. Qué daños graves puede tener un montón de pesados fierros como los de tú bicicleta. Son tantos los años, que ya no puede hacerse más lenta, más dura. De cualquier manera, nunca la cambiarías. Sabes que ya no podrías acostumbrarte a una bicicleta distinta a la tuya. Los pollos. Esos si te preocupan. Están regados por la calle, y si no te incorporas rápido, vendrán los perros a llevárselo. Tienes que levantarte. Tu cuerpo puede hacerlo, pero ya no sabes si tu mente quiera darle la instrucción. Quizá prefieras quedarte sentado, contemplado la banqueta. Y que lleguen los perros, y se lleven los pollos, y que de paso te muerdan, y te dé rabia, para de una vez por todas acabar con el sufrimiento.

Cholita. Que puede hacer Cholita sin ti. Son 40 años los que lleva a tu lado. Siempre dispuesta, siempre alegre. No es su culpa que le haya dado esa maldita enfermedad, que no le permite siquiera tomar un vaso de agua sin hacer un tiradero. No es otra cosa que el sufrimiento acumulado, lo sabes. Tú tampoco tienes la culpa, siempre haz hecho tu mejor esfuerzo, en el fondo lo sabes; pero ella no tiene a nadie más en la vida. Si aquellos ingratos hubieran entendido a tiempo, ella no estaría así. Años de trabajo, medicinas, libros, comida.... para que al final buscaran el camino fácil. ¿Cómo iban a conformarse con ser hijo del pollero? ¿En verdad tuviste la culpa por no poder ser otra cosa que un vulgar pollero en bicicleta? ¿Es acaso un requerimiento para vivir ser más que un pollero? La muerte y la carcel. ¿Cuántas noches has perdido en decidir cuál es peor? El sólo recuerdo de ver a tu hijo consumido, destrozado, desquiciado. Lleno de no sabes tú cuantas mierdas- Solo, totalmente solo. Él, que un día llego con un carro, con un carro. Él, que cambiaba de novias, que jugaba como un dios al beisbol. Él, que supo leer y escribir desde los seis años. Desde los seis años. Al pequeño, no lo quieres traer a la memoria. ¿Fue la juventud? ¿Fue el destino? Nunca fumó, nunca tomó, limpio de drogas, parecía que buscaba un camino distinto. Boom! Fue sólo un instante. Nunca supieron el por qué de tal acto de cobardía. Sólo supieron del dolor, del tremendo dolor de un hijo que no se quiso a sí mismo.

Te levantas. Nadie se ha movido, nadie se ha acercado, ni siquiera los perros. Un raspón más. Nada roto. La bicicleta completa. Recoges los pollos, han quedado cerca. Tardarás un poco más, porque tendrás que lavarlos. -¿Por qué tan tarde hoy Don Juan?- -Ya ve, es que luego tardan mucho los del expendio, Doña, ya ve que siempre voy al bueno, al de los meros pollos frescos...-

Tentación

La idea original de activar este sitio fué para escribir cosas nuevas. Para dar salida a la manzana en llamas de mi pecho, y sustituir un poco el ardor causado por los ácidos deshacemonedas, que continuamente viajan desde mi estomago hasta el esofago, con el único objeto de recordar como el método calmante no es precisamente el idóneo. No aguanto, sin embargo, la tentación de traerme mis cosas del pasado. Seguro es por traer parte de esa historia, y por supuesto, de esas historias. Así, autoreferenciado y autojustificado, continúo mi cámino (al igual que con mi vida).

viernes, noviembre 04, 2005

Dos suspiros, nacio mi princesa

Dos
el último y el primero
dos.

el último suspiro: brotó la flor hermosa, y vi todo transparente, líquido, suave...
y pude atravesar las paredes, caminar entre las nubes, volar al ras del suelo,
y recordé los olores de mi infancia:
el verde baldío de la aventura
la tierra, elefantes y algodón del circo
la telera sopeada en el café-con-leche en una mañana de primavera
y llegaron mis papás, y tocaron fuerte, muy fuerte, y les abrí, todavía atolondrado, sin saber como recibirlos
¿Cómo recibirlo a él ahora? Me dio tanto gusto, que ni siquiera lo invite a pasar. No le importó. Se instaló primero que nadie. Creo que ya se había instalado desde mucho tiempo atrás. Ay, como le extraño.
y llegó todo mundo, y se encontró con un pavo real, ni siquiera recuerdo quien dijo que cosa...
Ahí estabas, ya tan tú, princesa mía. Observabas cada instante, y con solo un esbozo, un ligero movimiento, inflabas de nuevo mi pecho hasta ahogar mi garganta.

el primer suspiro
tu mamá marca por teléfono en el teclado del horno de microondas
justo en el momento en que llega la comida que pedimos,
y la que no tengo con que pagar, por lo que estoy juntando moneditas
mientras un leon-foca-aguila-sirena de bomberos suena por toda la casa,
Tienes hambre! Un segundo mi nuevo amor, un segundo...

Tan solo un segundo necesito. Un nuevo suspiro. El último, que a la vez es el primero. Dios, nuca pensé posible concentrar tanta belleza.
es inevitable. Tarde o temprano, a los que nos gusta escribir, aunque queramos alejarnos, escribimos sobre nosotros mismos...