martes, agosto 29, 2006

enterrada

Suspiro.
Grito ahogado de dolor.
lodo comprimido, en lo hondo.
Flema.
Escupir, toser, escupir, toser.
AAAAAAAAAAAAAaaarrrrrrrrrrrrrrrrghhhhhhhhhhhhh!!!
BRROAAAAAARGHHRRRRRRRRFBROGGGGGFFFFF!!!
Metamorfosis, ahora soy un viejito cochino jugando con los mocos de la garganta, de esos a los que siempre les había retirado la mirada
Flema.
Sssssssssssssssssssssssvvlup.

Ahhhhhh!

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. ¿Cómo están todos ustedes? Espero que bien. Perdón por la desagrable y asquerosa introducción, pero, en ocasiones, necesito sacar algunos "non gratos" asuntos internos, para liberar las vias, y así poder apreciar de nuevo la belleza del mundo.

martes, agosto 01, 2006

La batalla

Rota la cola, quemado el esofago, ultravioletada la piel, gasificado el estomago, ampollado el pie, incompleta la mordida, el colesterol en números de alto riesgo, el abdomen prominente...

Dicen que son malas señales.

Dicen que no es bueno estar así, que inclusive es egoista.

Pero todavía puedo tomarme una copa, relajarme y disfrutar de un delicioso atardecer de verano.

Y todavía puedo esperar a que se junten las estrellas, y mi cuerpo y el suyo, perfectamente listos, se busquen y encuentren (bueno, debo reconocer que en una de esas me da un infarto...)

Y sobre todo, todavía puedo cargar y aventar a esa hermosa criatura tan mía todavía, e inventar un juego nuevo cada media hora, y correr, brincar y gritar todo lo que queramos.

Y claro puedo trabajar 20 horas al día si es necesario.


No me voy a quebrar todavía, se los aseguro. Sólo necesito de todo su amor, para curar esas pequeñas heridas de la batalla.